miércoles, 13 de marzo de 2013

Un padre y una hija.


“Fue algo instantáneo. Pusiste tus diminutos ojos en mi y supe que mi vida había cambiado para siempre”. En ese momento, hace 18 años, empezó nuestro amor. Un amor incondicional, fuerte e indestructible. El amor entre un padre y una hija. Y desde entonces no ha pasado ni un solo minuto en que no nos lo demostráramos. No ha habido un solo día en que no estuviéramos allí, el uno para el otro, confiando, apoyando, haciéndonos sentir un poco menos solo en este mundo loco.

Eres la persona que lo deja todo por escucharme y consolarme cuando me encuentro cara a cara con la pared. La persona que se desvive por hacerme sonreír cuando tengo un mal día -incluso cuando se tratan de “malas semanas”-. Eres quien comparte su fortaleza cuando mi dolor no me permite encontrar una salida, o quien se desvive para que yo sea un poco más feliz. Eres quien me aconseja que luche por mis sueños, y no importa que algún día me canse, porque el viene y me recuerda que yo valgo demasiado como para rendirme. Eres quien me da el mejor consejo cuando se trata de decidir si acabar o seguir un poco más: “Nunca te arrepentirás de algo que hayas hecho con el corazón”. Eres la persona que conoce mis logros, mis alegrías, mis estupideces y mis miedos, y que con todo, sigue queriéndome. Eres mi persona, y podría encontrar tantos porqués... Y a pesar de todo ello, no me crees cuando digo que no podría vivir en un mundo donde tu no existieras... Porque eres mi mitad, y como tal me miras a los ojos y sabes lo que siento, pues conoces cada unos de mis pensamientos. Y no importa cuantos años pasen, ni a cuanta realidad cruda nos enfrentemos, porque yo seguiré siendo aquella pequeña niña ilusa de las dos coletitas, la que solo quería ir a caballito de su papi, porque siempre has sido mi pilar, mi norte, la persona que me quiere aún cuando ni yo misma me soporto.

Y hoy cumples 51 años, 51 años que comprenden una vida de ilusiones, pequeñas alegrías, sueños cumplidos y sueños sin cumplir. Una vida que te ha puesto en situaciones adversas, tristes e incluso injustas, momentos que te han hecho la persona más desgraciada del planeta, y a pesar de ello, siempre has seguido adelante, sacando fuerzas de donde ya no te quedaban. Y lo más increíble e impactante, es que sin ni si quiera saber cómo, a pesar de todo, has conseguido conservar la pureza de tu corazón. Y al fin y al cabo, es precisamente eso lo que te hace ser la persona especial que eres para mi, para todos. Porque eres una buena persona papá, porque te desvives incondicionalmente por todos y por todo... Y ese es el motivo por el que siempre serás mi ejemplo a seguir, por lo que me acepto tal como soy y por lo que -ya hace tiempo- comprendí la lección más importante de todas, pues no hay cosa más triste en la vida que el talento mal gastado.

Sé que no tienes muchas ganas de celebrar nada, puesto que sientes que ahora mismo no hay nada que celebrar... Porque esta vida injusta te ha quitado sin ni si quiera pedir permiso a personas que eran imprescindibles, y con ellas, un pedazo de ti... Pero te quiero, y necesito que hoy sonrías, por mi, por tus hijos, y por las pequeñas cosas que aún hoy pueden despertar a la felicidad.

Así que con el deseo de pasar 50 años más a tu lado, te digo que te quiero. Y te lo digo con toda la sinceridad que soy capaz de ofrecer. Por estar, por no fallar, por ser cada día mejor, por ver siempre lo mejor de las personas, por ser optimista, por luchar, y por todo lo que te hace ser tan especial, te quiero papá. Feliz Cumpleaños.


No hay comentarios:

Publicar un comentario