Dos de mayo del
2013... Cuatro años después de tu adiós -prefiero pensar que fue
un: hasta siempre- y tu esencia sigue viva. Está aquí, surge de
alguna remota parte en esos momentos especiales de la vida, aquellos
que deberías estar viendo... Y cuando ésta aparece, cuando tu
esencia se apodera de mi, me invaden todos aquellos sentimientos con
los que he aprendido a vivir. Sí, la nostalgia, la tristeza, mi amor
por ti... El particular enfado con el mundo, mi necesidad de contarte
cómo estoy, qué deseo...
Y es que realmente haría cualquier cosa
por un último instante, por que vieras todo aquello en lo que me
estoy convirtiendo.. Si te tuviera aquí, te contaría los altibajos
que está sufriendo mi vida... Te transmitiría la felicidad absoluta
que estoy sintiendo con ciertas cosas que están sucediendo, pero
también te abrazaría esperando que me protegieras como hacías
siempre de todos los baches por los que estamos pasando... Porque
contigo era así. Siempre te volcabas en los demás, en su felicidad,
la tuya era simplemente secundaria. Contigo nunca encontrabas un
pero, eras una mujer única y especial, y lo eras en todos los
sentidos, pasara lo que pasara. Supongo que este es el motivo por lo que tu
esencia sigue viva, precisamente por eso es prácticamente imposible
que tu nombre no aparezca en cada conversación importante.
Lo que
quiero decir es que estás aquí, de una manera u otra, en una
sonrisa o en una lágrima, y cada uno a su manera, pero estás aquí... Para mi, para todos aquellos para los que siempre, sin peros
ni condiciones, tuviste una mano amiga.
Y a día dos de mayo, solo
quiero recordarte que te echo de menos, a ti y a tus particulares
virtudes... Tú ya sabes de lo que hablo -la fortaleza, la paciencia,
la elegancia, la bondad, el equilibrio frente a todo, la clase, tú
clase. Así es como todos te recuerdan, sí, “la mujer con clase”.
¿Es gracioso no? Aunque yo prefiero describirte como “mi persona”,
“mi ejemplo a seguir”, “mis raíces pero también mis alas
-puesto que tú siempre me animaste a que persiguiera mis
sueños-”. Y ahora que lo digo, debes saber que me he quedado
con tus enseñanzas. Quiero que sepas que soy
persistente y fuerte, que voy en busca de todo aquello que quiero. No
me rindo, nunca me rindo. Y creo en las personas, ¿Sabes? Es lo que más me inculcaste. Creo en la bondad de la gente, lucho
por ella. Soy buena lalita. Como tú... Es verdad que como bien sabes
esa “inocencia” -por llamarlo de alguna manera- me causa ciertas
decepciones, puesto que siempre espero lo mejor de los demás... Pero
creo que a pesar de ello, es nuestra gran virtud. Y diciendo esto
puede que parezca algo patética... Pero es que como ya he dicho
antes, eres mi ejemplo a seguir. Por eso te necesito aquí, echo de
menos nuestras conversaciones...
Y a pesar de ello, cuatro años
después, estoy aprendiendo a ser fuerte, consolándome con la idea
de que estás en algún lugar escuchando está carta, siendo feliz.
Te escribiré pronto, recuerda que te quiero. Siempre lo hice,
siempre lo haré.
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