Hoy el el día Internacional de la Mujer. Conmemora
la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el
hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona.
Hoy celebramos la igualdad de género al acceso a la
educación, nuestra entrada al ámbito laboral, o el tener la
capacidad de decidir qué y qué no hacer con nuestra vida (no hace
tanto no podíamos abrir una cuenta corriente, viajar al extranjero o
sacarnos el carnet de coche sin permiso de un hombre -sí, por
ridículo que ahora nos parezca era así-). Celebramos el sufragio
universal, la igualdad entre hombres y mujeres ante la ley, o bien
nuestros derechos reproductivos. Celebramos que la mujer del S.XXI
tiene ante sí más posibilidades que nunca, pues decidimos nuestra
profesión, si viviremos o no en pareja, si tendremos hijos..
Podríamos decir que incluso nos divertimos más. Y todo ello, se lo
debemos al feminismo, al conjunto de ideologías y movimientos
políticos, culturales y económicos que defendieron la igualdad.
Aquella igualdad que durante demasiados años fue inexistente.
El problema llega cuando una se plantea la
situación, investiga, y se encuentra con la violencia doméstica,
con la diferencia de sueldos entre géneros en la realización del
mismo trabajo, o con la situación en casa. Porque, seamos sinceras,
aún habiendo conseguido todo lo antes comentado, aún nos queda un
largo camino. Es tan simple como observar que sí, que trabajamos,
pero lo hacemos fuera y en casa, porque debemos ser buenas
profesionales, pero también buenas madres, y por supuesto, buenas
esposas. Y entonces nos encontramos con un sobre esfuerzo que agota,
y ahora ves y díselo a tu marido, que solo falta que te conteste con
un “¿No querías igualdad? Como para darle una bofetada. Como para
dejarlo limpiando en casa y cuidando de los niños, que yo me voy a
tomar cañas con los colegas. Que sí, que lo sé, que más de una se
habrá sentido identificada. Pero no hacemos nada. Lo dejamos pasar.
Nos consuela pensar que hay mujeres que están peor, ¿No? Pues bien,
hablemos de ellas, de las que sufren malos tratos. Hablemos de la
violencia doméstica. Pongamos en manifiesto que a día 8 de marzo,
43 mujeres ya han sido víctimas a manos de sus parejas en el 2013.
Pero no se puede hacer nada, ¿No? En fin... Igualdad.
Y no hablemos de la igualdad de género
mundialmente, porque ya hay que ponerse serios. Habréis observado
que al comentar la situación de la mujer del S.XXI me he basado en
España -Es cierto que su situación política y económica es
bastante patética, pero sí se puede utilizar como ejemplo de país
“avanzado” en el ámbito cultural, democrático y de igualdad-.
Pues bien, abramos los ojos y observemos como viven las mujeres que
luchan cada día por sobrevivir en su país, y aunque el término
“sobrevivir” pueda sonar algo exagerado, plantéense ustedes su
día a día cuando se ven obligadas a limpiar la casa, cocinar,
cuidar de los niños -imaginarán que no hablamos de uno o dos hijos,
puesto que los números de natalidad se podrían considerar incluso
exagerados-, buscar agua potable -implica recorrer cientos de
kilómetros con sus hijos para encontrar agua que no siempre es
potable-, el trabajo en la agricultura, el comercio de los productos
obtenidos... Y a pesar del esfuerzo a las que se ven sometidas, los
hombres siguen creyendo que son más fuertes y valiosos, hecho que se
podría ver reflejado, entre otros ejemplos, en la explotación
sexual de la mujer.
Podría pasarme el día
plasmando situaciones de desigualdad, pero eso ya lo sabéis. De una
forma u otra todos somos conscientes de ello, ¿No? Pero debemos
celebrar el día Internacional de la Mujer. Debemos quedarnos con lo
ya conseguido. Debemos seguir viviendo, bien o mal, pero seguir
viviendo. Porque... “El problema de la mujer siempre ha sido un
problema de hombres” como dijo Simone de
Beauvoir.
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